Es sabido por quienes nacieron y crecieron escuchando música, que el norte de la brújula de los sonidos ha sido básicamente (al menos del '50 hasta el presente): Gran Bretaña y EE. UU.
Ritmos latinos, africanos y orientales, no han tenido, dentro del mercado musical mundial, mejor lugar que el destinado al de un localismo pintoresco o al de un efecto agradable que nos regresa digerido por un halo globalizador (por llamarlo de alguna manera) de la mano de músicos "etnógrafos". Habrá quien me llame la atención sobre el origen negro del blues, jazz, rock, etc. Habrá quien marque la vigencia de los ritmos locales en los diferentes países o de esos hijos bastardos del rock y el tango, el rock y el candombe o el rock y el flamenco, etc. Sin embargo esto no pretende ser un profundo estudio sobre las corrientes musicales, que como todo fenómeno artístico esta en permanente proceso hermeneútico. La intención de éste escrito es acercarse a la historia de un caso curioso dentro de esas corrientes. Si el norte es ese bloque hegemónico configurado por los padres del rock ¿De dónde salió Jamaica?
Tres cosas pueden marcarse a favor de quienes no vean en la difusión del reggae una victoria de lo emergente. Primero, el reggae sólo dio la vuelta al mundo a partir de su difusión a través de las discográficas del "norte"; segundo, el género fue más conocido cuanto más híbrido; tercero, la lengua del reggae fue el ingles y eso facilitó su "mundialización".
Por otro lado, aunque con claras influencias externas, el reggae fue mucho más que un ritmo cansino y pegadizo, calificable o no de original. No es paradojal que los punks del norte brindaran homenaje a ese ritmo como el único aceptable después del propio. Si tenemos en cuenta algunas variables y agudizáramos el análisis, encontraríamos en el reggae las características de una práctica cultural emergente. Pero no es el caso acercarse a intelectuales como Gramsci o sus herederos de los Estudios Culturales de Birmingham para abordar los términos de hegemonía, ideología (como visión del mundo) o prácticas emergentes. Tan sólo se trata de revisar de dónde salió ese "ritmo mundial".
Tres cosas pueden marcarse a favor de quienes no vean en la difusión del reggae una victoria de lo emergente. Primero, el reggae sólo dio la vuelta al mundo a partir de su difusión a través de las discográficas del "norte"; segundo, el género fue más conocido cuanto más híbrido; tercero, la lengua del reggae fue el ingles y eso facilitó su "mundialización".
Por otro lado, aunque con claras influencias externas, el reggae fue mucho más que un ritmo cansino y pegadizo, calificable o no de original. No es paradojal que los punks del norte brindaran homenaje a ese ritmo como el único aceptable después del propio. Si tenemos en cuenta algunas variables y agudizáramos el análisis, encontraríamos en el reggae las características de una práctica cultural emergente. Pero no es el caso acercarse a intelectuales como Gramsci o sus herederos de los Estudios Culturales de Birmingham para abordar los términos de hegemonía, ideología (como visión del mundo) o prácticas emergentes. Tan sólo se trata de revisar de dónde salió ese "ritmo mundial".
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